Columna: Evidencia científica disponible para la toma de decisiones urgentes en materia de incendios en Chile
Por Laura Ramajo, Claudia Alonso, Gabriela Guevara y Martín Jacques
¿Qué produce y por qué se generan los incendios?
En general, el planeta ha experimentado un aumento de la temperatura media y valores extremos, así como en la duración y frecuencia de olas de calor. Particularmente, este es el caso del Valle Central de Chile Central, donde se han alcanzado récords de temperatura que sobrepasan los 40ºC, y actualmente ocurren hasta 3 olas de calor más por temporada que hace 60 años. El aumento de las temperaturas y la reducción de precipitaciones han incrementado la frecuencia y la severidad de los incendios creando además condiciones favorables para la ocurrencia de deslizamiento de tierras e inundaciones durante eventos de precipitaciones.
El área quemada en Chile durante el verano de 2016-2017 fue 14 veces mayor que la media para el período 1985-2016, siendo también la más alta registrada a escala histórica. Estos valores extremos sucedieron durante condiciones en que se registró la temperatura máxima diaria más alta registrada para el período comprendido entre 1979 y el 2017 en Chile Central. Por otro lado, en Patagonia, la frecuencia y la intensidad de los incendios han crecido a una tasa alarmante.
Y aunque actualmente se conoce que la mayoría de los incendios son causados por negligencias humanas, la evidencia científica es clara en determinar que los asentamientos humanos y carreteras de Chile, cercanos a ecosistemas terrestres dominados por especies exóticas como pinos y eucaliptos, que además presentan baja heterogeneidad del paisaje y suelos degradados, son más vulnerables a incendios que aquellos asentamientos e infraestructura cercanos a bosques nativos.
También es un hecho que, el cambio de uso de suelo, la deforestación, la forestación artificial, el abandono de la agricultura y el aumento de la urbanización sin planes reguladores adecuados han degradado de manera permanente los bosques más ancianos y nativos poniendo en riesgo extremo no sólo la biodiversidad de estos ecosistemas, sino además actividades socioeconómicas relacionadas con la recreación y el ecoturismo, así como la vida y bienestar de miles de personas. Los datos son alarmantes, el último reporte del IPCC alerta que entre 2017-2022, Chile había aumentado su población expuesta a incendios entre un 16 al 25% al comparar con el periodo comprendido entre el 2001 y el 2004.
¿Qué impactos generan los incendios?
Los impactos de los incendios son multidimensionales y de largo plazo, afectan tanto a los sistemas naturales como humanos. Los incendios impactan negativamente en la sobrevivencia de las especies animales y vegetales, los ecosistemas, su estructura, funciones y contribuciones a la especie humana (muchas veces de manera irreversible), la infraestructura, impactan la calidad del aire, los servicios (energía, conectividad, transporte, disponibilidad de agua), y las actividades socioeconómicas, incrementando los precios de alimentos y la disponibilidad de estos.
Finalmente, los incendios afectan negativamente nuestras metas y compromisos de mitigación ya que debilitan los sumideros de carbono naturales (bosques) e incrementan la liberación de estos a la atmósfera, y en consecuencia, aportan al calentamiento global y al cambio climático.
¿Qué podemos esperar en el futuro?
La temperatura global ha aumentado en 1ºC desde la época pre-industrial. En algunas décadas más, considerando un planeta con un calentamiento de 2ºC junto a las tendencias de cambios en los patrones de precipitaciones, se proyecta que el área global quemada por incendios aumente en un 35% a nivel global.
Especialmente en Chile Centro-Sur, los modelos indican que habrá un aumento de las condiciones cálidas favorables para incendios para la mitad del siglo, con condiciones extremas de calor y olas de calor en los meses de diciembre, enero y febrero.
¿Qué podemos hacer?
La evidencia científica determina que urge el diseño y la implementación de medidas factibles, sustentables, efectivas y justas con un enfoque anticipatorio para reducir la vulnerabilidad, la exposición y los impactos de los incendios en Chile.
La conservación, protección y restauración de los ecosistemas terrestres son medidas necesarias para disminuir los incendios, requiriendo acciones específicas que incorporen el manejo sustentable de los bosques a toda escala, la diversificación y ajuste de los paisajes con cambios en las composiciones de especies para desarrollar la resiliencia, manejar enfermedades y también pestes. Restaurar los bosques nativos es primordial para incrementar el secuestro de carbono y potenciar nuestro avance a la carbono neutralidad.
La educación de la población en todos los niveles, la cooperación internacional y el fomento del aprendizaje colectivo deben ser prioritarios. Por otra parte, el intercambio de conocimientos y el establecimiento de alianzas, la cooperación público-privada y el compromiso de la industria son efectivas acciones desde el aparato público cada vez que la magnitud de los eventos asociados a este tipo de desastres supera con creces la escala local, regional, sectorial y nacional.
El diseño de procesos decisionales inclusivos y justos, que incorporen a las comunidades locales y los Pueblos Indígenas es prioritario para asegurar acciones exitosas a largo plazo y reducir los riesgos de los grupos humanos vulnerables frente a desastres y catástrofes generadas por los incendios y sus destructivos impactos.
Chile necesita prevenir y anticiparse a los desastres. Existe la evidencia, la capacidad técnica y humana para implementar un sistema de alerta temprana. Con acciones que requieren decisión, planificación y coordinación están a la altura del desafío que implica la prevención, la respuesta inmediata y también la recuperación a largo plazo de las consecuencias de los incendios y sus siempre dramáticos impactos.
Autoras y autor
Laura Ramajo es especialista en riesgos climáticos, investigadora titular del Centros de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), investigadora adjunta del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), y autora líder del último informe del IPCC sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad
Claudia Alonso es especialista en ordenamiento territorial y geografía e investigadora de la línea de gobernanza e interfaz ciencia política del Centro del Clima y la Resiliencia (CR2).
Gabriela Guevara es especialista en gestión del territorio y justicia espacial, profesora invitada de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile e investigadora asistente del Centro del Clima y la Resiliencia (CR2).
Martín Jacques es especialista en eventos extremos, investigador del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción, investigador principal del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) e investigador asociado del Centro de Investigación Oceanográfica COPAS-COASTAL.