La ciencia lo confirma: el amor no nace en el corazón sino en el cerebro
Joyas, chocolates, peluches, portarretratos, tarjetas de saludo; la lista es larga de productos en forma de corazón que los enamorados suelen regalarse en San Valentín. Prueba indiscutible de que el amor suele asociarse al principal músculo del cuerpo humano.
Pero lo cierto, es que la ciencia es categórica; el enamoramiento no se produce en el corazón sino en el cerebro, donde se desencadenan una serie de reacciones químicas, conexiones neuronales y hormonas que nos hacen sentir placer y felicidad.
La neuróloga de Clínica Las Condes, Dra. Evelyn Benavides, explica que “cuando nos enamoramos se registra un aumento en los niveles de dopamina, un neurotransmisor relacionado con la sensación de felicidad y placer. Este neurotransmisor nos provoca emoción y motivación”, explica la especialista CLC.
Es común también escuchar a los enamorados decir que se acelera el corazón y la piel se enrojece al ver al ser amado. Estas son reacciones físicas en la medida que aumenta la noradrenalina, que pueden provocar, entre otras cosas; taquicardia, insomnio y pérdida de apetito.
Pero no es la única reacción en cadena que sucede en nuestro cerebro. La neuróloga Dra. Evelyn Benavides, agrega que “al estar enamorados aumentan las hormonas que producen bienestar. En las mujeres se manifiesta en los afectos, la empatía e incluso en conductas maternales gracias a los altos niveles que se generan de oxitocina; hormona de la confianza. Mientras que en los hombres se produce una empatía más racionalizada, y un aumento en la detección de estímulos eróticos, gracias a la vasopresina; la hormona que potencia la testosterona”.
Por otra parte, los estudios del cerebro han demostrado científicamente que las emociones humanas se originan en el llamado sistema límbico, un conjunto de estructuras importantes que incluyen el hipocampo (en la corteza cerebral) y la amígdala, entre otras. En esta región se controlan una serie de funciones que incluyen las emociones, la conducta, la atención, el estado de ánimo, la memoria, el placer, la adicción y el amor.
Pero, así como nuestros niveles de hormonas se revolucionan al encontrar a la pareja perfecta, los neurotransmisores también pueden irse en picada cuando esa persona ya no nos genera satisfacción. En ese momento, las reacciones químicas asociadas al enamoramiento descienden a tal punto, que pueden dejarnos en un estado de frustración, angustia y tristeza muy profundo.
Por lo tanto, queda totalmente demostrado que en este 14 de febrero las mariposas en el estómago no serán producto del corazón sino más bien de una serie de respuestas químicas en su cerebro que lo harán sentir como en las nubes.
Fuente: Clínica Las Condes